Ante las tensiones
entre el Gobierno y la CGT
Como
militantes del Proyecto Nacional Popular y Latinoamericano y como espacio
político que apoya el rumbo estratégico iniciado a partir del año 2003, expresamos
nuestra preocupación ante la profundización de las tensiones al interior del
movimiento nacional, entre el gobierno y la CGT, que terminó expresándose como
una fractura formal de la entidad.
Desde
1955 existe esta división en el Movimiento Obrero Organizado, pero lo que
resulta difícil de entender fue la decisión dejada en claro por el gobierno a
partir de septiembre de 2011 de desplazar a la fracción históricamente
coherente con el proyecto nacional y popular y fortalecer, a la vez que
reconocer como parte del proyecto, a la fracción que representan la entrega de
los trabajadores, que son la dirigencia sindical del proyecto neoliberal y que
no dudarán en seguir entregándonos.
La
puja distributiva es central para entender estas tensiones. Ante una economía
extranjerizada y concentrada que nos dejó casi 30 años de neoliberalismo, cada
conquista salarial conseguida por los trabajadores y cada mejora en los
ingresos por parte del pueblo es contestada con aumento de precios.
Especialmente en los alimentos, cuya producción está controlada por empresas
transnacionales y grandes grupos económicos locales. A ello se debe sumar, las
contradicciones con el empresariado local, mercado internista, que comparte el
proyecto nacional e industrial, pero que quiere mantener subordinada a sus
intereses al movimiento obrero organizado bajo el plan productivo
desarrollista, y se opone a medidas fundamentales para recuperar la dignidad de
los trabajadores.
Con
la crisis global como contexto, que golpea a la economía argentina, estas
tensiones necesariamente se profundizan. Y a los trabajadores y al conjunto de
los sectores populares no les queda otra que pelear para no perder lo
conquistado y seguir profundizando el proyecto nacional que es la única forma
de solucionar las tensiones. De hecho, en los últimos dos años, retrocedió la
participación en la riqueza nacional por parte de los trabajadores (bajó del
40,4% al 37,6%). Y para este año el objetivo de los grandes empresarios es
profundizar esta tendencia con la inflación, con el objetivo que paguen los
coletazos de la crisis el campo del pueblo y ganar competitividad a expensas de
los laburantes.
Este escenario nos
pone de relieve lo central que resulta para el superar este cuello de botella
para el proyecto nacional y popular, agudizado por la crisis global, avanzar en
medidas estratégicas como la reforma tributaria. Se debe gravar la renta
financiera, avanzar sobre la renta minera, las ganancias del juego, la evasión
de los grandes empresarios exportadores, las increíbles fortunas de las
cerealeras transnacionales. A su vez, necesitamos una junta de granos, la
nacionalización y desconcentración de la economía, así como profundizar la
recuperación de las empresas estratégicas estatales.
No puede ser que los
principales contribuyentes sean los trabajadores que estos años salieron a
flote por aquellos que todavía no lo hicieron, perpetuando la herencia
tributaria neoliberal de Menem, De la Rúa y Cavallo. Hay que avanzar sobre
quienes se apropian de la riqueza generada por los argentinos, que durante
estos años tuvieron impresionantes ganancias. Se trata de nivelar para arriba y
no para abajo, para seguir profundizando.
Es
lógico que en este escenario se profundicen las luchas gremiales en defensa del
salario y de los puestos de trabajo, así como las luchas de los trabajadores y
del conjunto del pueblo por incorporarse a la política para ser cada vez más
protagonistas de las grandes decisiones nacionales. No se es opositor reclamando por la profundización y llevando adelante las
luchas por seguir mejorando la distribución de la riqueza, en el camino por la
conquista de la justicia social. Es la pelea de clase trabajadora que
lógicamente choca contra el gran empresariado extranjero y oligárquico y que
tensiona la alianza social en función de gobierno peleando por la distribución.
Resulta
central dar esta pelea desde los intereses de los trabajadores y el pueblo, y
no desde la “oposición” neoconservadora, que de forma oportunista intenta
capitalizar estas tensiones. Por ello es fundamental recuperar el diálogo entre
las partes fundamentales del movimiento nacional y no caer en posturas
divisionistas.
No es una solución
disciplinar a los trabajadores desplazando de la conducción de la CGT y
debilitando a la fracción más avanzada y coherente de la misma, que expresa,
con sus aciertos y errores, con sus virtudes y defectos, a gran parte de lo
mejor del movimiento obrero organizado que peleó contra el proyecto financiero
neoliberal en todas sus versiones: genocida, menemista, aliancista, reformista. Y en su lugar, fortalecer y querer
entregar la conducción a los traidores de siempre, a la CGT de los 90’
(Cavallieri, Lescano, West Ocampo, etc.), que en los momentos en donde se
jugaron los destinos de la nación y del conjunto de los trabajadores siempre
estuvieron del lado de los entregadores. Ya nos clavaron varios puñales por la
espalda y van a volver a hacerlo.
¿Con
quiénes vamos a avanzar y a profundizar si no es con lo mejor del movimiento
obrero organizado junto a los movimientos barriales, los estudiantes, los
trabajadores profesionales y el conjunto del pueblo?. ¿Con quién vamos a pelear
cuando se nos vengan encima los enemigos de siempre?. ¿Junto a quiénes y en
base a qué intereses vamos a desplazar a la corporación política que se
disfraza de kirchnerista y de nacional y popular, y que obtura, salvo
excepciones, la llegada de los dirigentes populares a los espacios de decisión?
Por todo ello, ahora
más que nunca, UNIDOS Y ORGANIZADOS con coherencia para la liberación nacional
popular y latinoamericana!!
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