sábado, 8 de diciembre de 2012

La necesidad de profundizar la lucha por la plena aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LDSCA)





CONAPLA (Corriente Nacional Popular Latinoamericana)

“La democratización de la comunicación se da, si la disputa
no queda en manos de los grandes capitales”
Rafael Correa.

Es realmente una vergüenza, después de tres años, la falta de definición de la justicia y la extensión de la cautelar, que retrasa la aplicación del artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LDSCA), votada por amplia mayoría en el Congreso de la Nación.

El terreno de disputa sobre el “7D” fue dominantemente el mediático. Publicidades de un lado y del otro, en canal 13 y en la TV Pública. Está faltando multiplicar la convocatoria a la militancia de base para dar la pelea por la aplicación completa de la ley.

Resulta central avanzar con las licitaciones y el otorgamiento de las licencias que vienen frenadas, para hacer realidad un eje central de la ley: la división en tercios de las frecuencias, con un tercio para los privados, un tercio para el estado en sus distintos niveles, y un tercio para las organizaciones sin fines de lucro. Es sólo con proliferación de los medios de comunicación popular que se democratizará definitivamente la comunicación.

Lo único que garantiza la profundización es la construcción y la militancia, es tener sujeto de la transformación expresado en la organización de las mayorías populares, es trabajar por la unidad del campo nacional y popular, es multiplicar las voces de la comunicación y favorecer la formación de medios populares sin fines de lucro, es llevar a pleno la aplicación de la ley para potenciar organización popular.
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Es realmente una vergüenza, después de tres años, la falta de definición de la justicia y la extensión de la cautelar, que retrasa la aplicación del artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LDSCA), votada por amplia mayoría en el Congreso de la Nación. El beneficio al grupo Clarín, que sortea mediante cautelares la necesidad de adecuación a los requerimientos estipulados de desinversión, muestra hasta dónde la Justicia está controlada por determinados intereses del gran capital concentrado.

Los trabajadores y las mayorías populares sufren esto todos los días, una justicia en donde reina en muchos de sus elementos la injusticia, la ley del más fuerte y la ley del dinero. La justicia, como toda institución del estado, está atravesada por los proyectos políticos que pugnan a una sociedad, y 30 años de avance neoliberal produjo sus resultados. 

El 7D adquirió una jerarquía simbólica por representar en teoría, el fin de la medida cautelar concedida al grupo Clarín. La desestructuración del grupo mediático más importante del mapa de medios de comunicación de la Argentina, que ostenta una clara posición dominante construida a partir del golpe del 76 y las reformas neoliberales de los 90, es central para democratizar la comunicación en nuestro país, monopolizada por unos pocos grupos.

Romper con los paradigmas jurídicos que posibilitaron la expansión de los “monopolios mediáticos”, no sólo en cuanto a número de licencias, sino también en cuanto a su desplazamiento horizontal en el mercado, que le permitió desarrollarse en diferentes formatos audiovisuales, hegemonizando así el espectro radioeléctrico nacional y aumentando de manera abismal su influencia política en la sociedad, representa sin lugar a dudas, una victoria para todo el pueblo argentino.

Y una victoria central, ya que no sólo se democratiza la comunicación, sino la política en general, en tanto los medios de comunicación a partir del desarrollo del proyecto neoliberal y el dominio del capital financiero, pasaron a ser herramientas políticas centrales para garantizar el vaciamiento de la política y el debate, destruir la organización popular demonizando a los dirigentes, deslegitimar la participación política, generar consenso para las políticas que benefician a unos pocos a costa de los intereses de las mayorías, “sacar o poner” presidentes, etc.

Esto sucedió en todo el mundo a partir de los años 70’ y 80’: los medios pasaron a ser gigantes de multimedios que se convirtieron en instrumentos políticos centrales para la construcción de poder de los grupos concentrados, de un mundo hecho a imagen del capital financiero. Por ello el cambio de la ley y su completa aplicación tuvo y tiene enorme importancia si queremos construir una nueva sociedad más Justa y para todos.  

Esta ley la parió el pueblo, en un contexto de debilidad política del gobierno, que acertó en la lectura de que “perdimos por no profundizar” y en promover medidas largamente reclamadas, ya que la sociedad estaba para mucho más y quería pelear. Fueron las organizaciones sindicales, estudiantiles, universitarias, de comunicadores, de pymes de la comunicación, de los medios comunitarios, de pueblos originarios, etc., los que dieron vida, cuerpo, contenido y legitimidad popular a esta ley. Fue la fuerza de la militancia, de la multiplicación de los debates en las calles, la unidad del conjunto del campo popular (que no se limitó sólo a quienes apoyaban al gobierno), lo que posibilitó la ley. Y es esta misma fuerza lo que puede hacerla cumplir. 

Existen determinadas situaciones en cuanto a la aplicación de la ley que deben llamar la atención a la militancia del campo popular, para así rever el camino que estamos llevando adelante. Nuestro “Sur” no puede ser otro que el de democratizar la comunicación en la Argentina, terminando con la estructura oligopólica del mercado, la precarización de los trabajadores de prensa, y desarrollar de una red de medios populares, multiplicando las voces de todos. Debemos “disentir desde la lealtad, para no ocultar con la obsecuencia, la traición”, especialmente la traición a los principios y al proyecto, que es lo fundamental.

En primera instancia, no debemos olvidar que la desarticulación de los grandes grupos mediáticos ya existentes no es la única condición para acelerar el proceso de heterogeinización de la comunicación. Por supuesto que representa un pilar fundamental, por el cual el pueblo argentino no descansará nunca hasta verlo concluido. Sin embargo se torna evidente que en estos tres años hubo una gran carencia de políticas planificadas que permitan un accesibilidad mayor al recurso público para iniciar el proyecto comunicacional nuevo, o el asesoramiento técnico y tecnológico que permita a la población apropiarse de los instrumentos modernos de la comunicación y atesorar los lenguajes audiovisuales, en vistas a la tan ansiada multiplicidad de voces y dueños de productos comunicacionales.

Es necesario señalar, que si bien Clarín es el principal pulpo mediático local, nuestra mirada crítica debe ampliarse. Vila- Manzano también es parte de lo grupos mediáticos, hijos del neoliberalismo, cuyos planes de desinversión (en el primer caso) no son otra cosa que la división de las licencias entre asociados, manteniendo el funcionamiento informal del grupo económico. También lo es la Telefónica de España, que junto a British Telecom, se quedó con gran parte de las privatizaciones de las telecomunicaciones en Argentina y avanzó en el espectro mediático, con TELEFE como nave insignia. A su vez, hay que señalar la compra del paquete de medios del grupo Hadad por parte del empresario Cristóbal López, que fue aprobada por el AFSCA a pesar de exceder los límites de cantidad de licencias que se pueden tener según el artículo 45 de la Ley. Por otro lado, cabe la pregunta: que hacemos cuando un monopolio global como Time Warner, es dueño de casi la cuarta parte de los canales de cable o televisión satelital, determinando gran parte de los contenidos que diariamente vemos.

Como afirmó Rafael Correa, el 4 de diciembre en la FPYCS de la UNLP, “La democratización de la comunicación se da, si la disputa no queda en manos de los grandes capitales”.
Hay una discusión central para dar en el campo popular contra un sector que posee una visión instrumentalista y de construcción desde arriba, que cree que hay que sustituir un medio por otro, un grupo por otro más cercano, un periodista por otro, etc., para democratizar la comunicación. Esta visión comparte en lo esencial el modo de construir poder de quienes se opone: un modo de construcción antipopular y que lleva a la derrota. Muchos de estos arrivistas que en su vida se comprometieron con una idea y con una práctica, son los que propagan una visión sectaria, que juegan a dividir el campo popular e instalan una visión por la cual todo el que critica y tironea es “opositor”, jugando a imposibilitar la profundización del proyecto. Un proyecto transformador debe sustentar su comunicación en la multiplicación de medios populares y de comunicadores populares. La comunicación así es concebida como ampliación de las múltiples voces del campo del pueblo. Siembre hay bosta y barro, pero la tarea permanente es reducir lo primero y apostar a lo segundo.
Por ello resulta central avanzar con las licitaciones y el otorgamiento de las licencias que vienen frenadas, para hacer realidad un eje central de la ley: la división en tercios de las frecuencias, con un tercio para los privados, un tercio para el estado en sus distintos niveles, y un tercio para las organizaciones sin fines de lucro.
El terreno de disputa sobre el “7D” fue dominantemente el mediático. Publicidades de un lado y del otro, en canal 13 y en la TV Pública. Faltó la convocatoria a la militancia de base para dar la pelea. Se llevó la batalla al campo mediático, donde las fuerzas son, con demasiado optimismo, parejas. En lugar de llevarla a la calle y al debate popular donde los pueblos siempre tienen las de ganar, donde pueden hacer pesar su superioridad numérica en términos reales y visibles, pero a partir de lo cual los pueblos hacen pesar sus intereses. 
Los protagonistas de la disputa volvieron a ser los canales de televisión. Los noticieros, los programas de debate político e incluso la propaganda web. Eso es contrario al espíritu de la ley.

Es necesario seguir luchando en unidad por la plena aplicación de la LDSCA, y por la adecuación a la ley del Grupo Clarín ya que sus intereses con los del pueblo argentino fueron, son y serán irreconciliables. Por el acceso a las licencias y al recurso público, económico, técnico y tecnológico, para todos los argentinos que deseen aportar a la red de medios populares que modifiquen el paradigma de la comunicación nacional. Y por el reconocimiento al esfuerzo de cada día a los trabajadores de la comunicación de toda la patria. Por una legislación laboral que les devuelva la dignidad que el oligopolio mediático abusando de su posición dominante, les quitó y pisoteó.
Fuimos parte de la elaboración de la ley, testigos de un proceso militante que es un ejemplo para el futuro  de nuestro proyecto. Se interpeló a la militancia, se llamó al debate y se creció cuantitativa y cualitativamente. Ese rumbo es el que jamás debemos perder.
A luchar por la plena aplicación de la ley de medios por la que todos peleamos, que constituye una de las grandes conquistas de este proceso histórico! A construir más fuerza popular, en unidad, para poder ir contra el poder real, contra todos y con todo el pueblo.  

Lo único que garantiza la profundización es la construcción y la militancia, es tener sujeto de la transformación expresado en la organización de las mayorías trabajadoras y populares, es trabajar por la unidad del campo nacional y popular, es multiplicar las voces de la comunicación y favorecer la formación de medios populares sin fines de lucro, es llevar a pleno la aplicación de la ley para potenciar organización popular.




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