CONAPLA (Corriente Nacional Popular
Latinoamericana)
“La
democratización de la comunicación se da, si la disputa
no queda en
manos de los grandes capitales”
Rafael Correa.
Es realmente una vergüenza, después de tres años, la
falta de definición de la justicia y la extensión de la cautelar, que retrasa
la aplicación del artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual (LDSCA), votada por amplia mayoría en el Congreso de la Nación.
El terreno
de disputa sobre el “7D” fue dominantemente el mediático. Publicidades de un
lado y del otro, en canal 13 y en la TV Pública. Está faltando multiplicar la
convocatoria a la militancia de base para dar la pelea por la aplicación
completa de la ley.
Resulta
central avanzar con las licitaciones y el otorgamiento de las licencias que
vienen frenadas, para hacer realidad un eje central de la ley: la división en
tercios de las frecuencias, con un tercio para los privados, un tercio para el
estado en sus distintos niveles, y un tercio para las organizaciones sin fines
de lucro. Es sólo con proliferación de los medios de comunicación popular que
se democratizará definitivamente la comunicación.
Lo único que garantiza la profundización es la construcción y la
militancia, es tener sujeto de la transformación expresado en la organización
de las mayorías populares, es trabajar por la unidad del campo nacional y
popular, es multiplicar las voces de la comunicación y favorecer la formación
de medios populares sin fines de lucro, es llevar a pleno la aplicación de la
ley para potenciar organización popular.
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Es realmente una
vergüenza, después de tres años, la falta de definición de la justicia y la extensión
de la cautelar, que retrasa la aplicación del artículo 161 de la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual (LDSCA), votada por amplia mayoría en el
Congreso de la Nación. El beneficio al grupo Clarín, que sortea mediante
cautelares la necesidad de adecuación a los requerimientos estipulados de
desinversión, muestra hasta dónde la Justicia está controlada por determinados
intereses del gran capital concentrado.
Los trabajadores
y las mayorías populares sufren esto todos los días, una justicia en donde
reina en muchos de sus elementos la injusticia, la ley del más fuerte y la ley
del dinero. La justicia, como toda institución del estado, está atravesada por
los proyectos políticos que pugnan a una sociedad, y 30 años de avance
neoliberal produjo sus resultados.
El 7D adquirió una jerarquía simbólica por representar en
teoría, el fin de la medida cautelar concedida al grupo Clarín. La
desestructuración del grupo mediático más importante del mapa de medios de
comunicación de la Argentina, que ostenta una clara posición dominante
construida a partir del golpe del 76 y las reformas neoliberales de los 90, es
central para democratizar la comunicación en nuestro país, monopolizada por
unos pocos grupos.
Romper con los paradigmas jurídicos que posibilitaron la
expansión de los “monopolios mediáticos”, no sólo en cuanto a número de
licencias, sino también en cuanto a su desplazamiento horizontal en el mercado,
que le permitió desarrollarse en diferentes formatos audiovisuales,
hegemonizando así el espectro radioeléctrico nacional y aumentando de manera
abismal su influencia política en la sociedad, representa sin lugar a dudas,
una victoria para todo el pueblo argentino.
Y una victoria central, ya que no sólo se democratiza la
comunicación, sino la política en general, en tanto los medios de comunicación
a partir del desarrollo del proyecto neoliberal y el dominio del capital
financiero, pasaron a ser herramientas políticas centrales para garantizar el
vaciamiento de la política y el debate, destruir la organización popular
demonizando a los dirigentes, deslegitimar la participación política, generar
consenso para las políticas que benefician a unos pocos a costa de los
intereses de las mayorías, “sacar o poner” presidentes, etc.
Esto sucedió en todo el mundo a partir de los años 70’ y 80’:
los medios pasaron a ser gigantes de multimedios que se convirtieron en
instrumentos políticos centrales para la construcción de poder de los grupos
concentrados, de un mundo hecho a imagen del capital financiero. Por ello el
cambio de la ley y su completa aplicación tuvo y tiene enorme importancia si
queremos construir una nueva sociedad más Justa y para todos.
Esta ley la parió el pueblo, en un contexto de debilidad
política del gobierno, que acertó en la lectura de que “perdimos por no
profundizar” y en promover medidas largamente reclamadas, ya que la sociedad
estaba para mucho más y quería pelear. Fueron las organizaciones sindicales,
estudiantiles, universitarias, de comunicadores, de pymes de la comunicación,
de los medios comunitarios, de pueblos originarios, etc., los que dieron vida,
cuerpo, contenido y legitimidad popular a esta ley. Fue la fuerza de la
militancia, de la multiplicación de los debates en las calles, la unidad del
conjunto del campo popular (que no se limitó sólo a quienes apoyaban al
gobierno), lo que posibilitó la ley. Y es esta misma fuerza lo que puede
hacerla cumplir.
Existen determinadas situaciones en cuanto a la aplicación de
la ley que deben llamar la atención a la militancia del campo popular, para así
rever el camino que estamos llevando adelante. Nuestro “Sur” no puede ser otro
que el de democratizar la comunicación en la Argentina, terminando con la
estructura oligopólica del mercado, la precarización de los trabajadores de
prensa, y desarrollar de una red de medios populares, multiplicando las voces
de todos. Debemos “disentir desde la lealtad, para no ocultar con la
obsecuencia, la traición”, especialmente la traición a los principios y al
proyecto, que es lo fundamental.
En primera instancia, no debemos olvidar que la
desarticulación de los grandes grupos mediáticos ya existentes no es la única condición
para acelerar el proceso de heterogeinización de la comunicación. Por supuesto
que representa un pilar fundamental, por el cual el pueblo argentino no descansará
nunca hasta verlo concluido. Sin embargo se torna evidente que en estos tres
años hubo una gran carencia de políticas planificadas que permitan un
accesibilidad mayor al recurso público para iniciar el proyecto comunicacional
nuevo, o el asesoramiento técnico y tecnológico que permita a la población
apropiarse de los instrumentos modernos de la comunicación y atesorar los
lenguajes audiovisuales, en vistas a la tan ansiada multiplicidad de voces y
dueños de productos comunicacionales.
Es necesario señalar, que si bien Clarín es el principal
pulpo mediático local, nuestra mirada crítica debe ampliarse. Vila- Manzano
también es parte de lo grupos mediáticos, hijos del neoliberalismo, cuyos
planes de desinversión (en el primer caso) no son otra cosa que la división de
las licencias entre asociados, manteniendo el funcionamiento informal del grupo
económico. También lo es la Telefónica de España, que junto a British Telecom,
se quedó con gran parte de las privatizaciones de las telecomunicaciones en
Argentina y avanzó en el espectro mediático, con TELEFE como nave insignia. A su vez, hay que señalar la compra del paquete de medios del grupo
Hadad por parte del empresario Cristóbal López, que fue aprobada por el AFSCA a
pesar de exceder los límites de cantidad de licencias que se pueden tener según
el artículo 45 de la Ley. Por otro lado, cabe la pregunta: que hacemos cuando
un monopolio global como Time Warner, es dueño de casi la cuarta parte de los
canales de cable o televisión satelital, determinando gran parte de los
contenidos que diariamente vemos.
Como afirmó Rafael Correa, el 4 de diciembre en la FPYCS de
la UNLP, “La democratización de la
comunicación se da, si la disputa no queda en manos de los grandes capitales”.
Hay una discusión central para dar en
el campo popular contra un sector que posee una visión instrumentalista y de
construcción desde arriba, que cree que hay que sustituir un medio por otro, un
grupo por otro más cercano, un periodista por otro, etc., para democratizar la
comunicación. Esta visión comparte en lo esencial el modo de construir poder de
quienes se opone: un modo de construcción antipopular y que lleva a la derrota.
Muchos de estos arrivistas que en su vida se comprometieron con una idea y con
una práctica, son los que propagan una visión sectaria, que juegan a dividir el
campo popular e instalan una visión por la cual todo el que critica y tironea
es “opositor”, jugando a imposibilitar la profundización del proyecto. Un proyecto transformador
debe sustentar su comunicación en la multiplicación de medios populares y de comunicadores
populares. La comunicación así es concebida como ampliación de las múltiples
voces del campo del pueblo. Siembre hay bosta y barro, pero la tarea permanente
es reducir lo primero y apostar a lo segundo.
Por ello resulta central
avanzar con las licitaciones y el otorgamiento de las licencias que vienen
frenadas, para hacer realidad un eje central de la ley: la división en tercios
de las frecuencias, con un tercio para los privados, un tercio para el estado
en sus distintos niveles, y un tercio para las organizaciones sin fines de
lucro.
El terreno de disputa sobre el
“7D” fue dominantemente el mediático. Publicidades de un lado y del otro, en canal
13 y en la TV Pública. Faltó la convocatoria a la militancia de base para dar
la pelea. Se llevó la batalla al campo mediático, donde las fuerzas son, con
demasiado optimismo, parejas. En lugar de llevarla a la calle y al debate
popular donde los pueblos siempre tienen las de ganar, donde pueden hacer pesar
su superioridad numérica en términos reales y visibles, pero a partir de lo
cual los pueblos hacen pesar sus intereses.
Los protagonistas de la
disputa volvieron a ser los canales de televisión. Los noticieros, los
programas de debate político e incluso la propaganda web. Eso es contrario al
espíritu de la ley.
Es necesario seguir luchando en
unidad por la plena aplicación de la LDSCA, y por la adecuación a la ley del
Grupo Clarín ya que sus intereses con los del pueblo argentino fueron, son y
serán irreconciliables. Por el acceso a las licencias y al recurso público,
económico, técnico y tecnológico, para todos los argentinos que deseen aportar
a la red de medios populares que modifiquen el paradigma de la comunicación
nacional. Y por el reconocimiento al esfuerzo de cada día a los trabajadores de
la comunicación de toda la patria. Por una legislación laboral que les devuelva
la dignidad que el oligopolio mediático abusando de su posición dominante, les
quitó y pisoteó.
Fuimos parte de la elaboración de la ley,
testigos de un proceso militante que es un ejemplo para el futuro de nuestro proyecto. Se interpeló a la
militancia, se llamó al debate y se creció cuantitativa y cualitativamente. Ese
rumbo es el que jamás debemos perder.
A luchar por la
plena aplicación de la ley de medios por la que todos peleamos, que constituye
una de las grandes conquistas de este proceso histórico! A construir más fuerza
popular, en unidad, para poder ir contra el poder real, contra todos y con todo
el pueblo.
Lo único que garantiza la profundización es la construcción y la
militancia, es tener sujeto de la transformación expresado en la organización
de las mayorías trabajadoras y populares, es trabajar por la unidad del campo
nacional y popular, es multiplicar las voces de la comunicación y favorecer la
formación de medios populares sin fines de lucro, es llevar a pleno la
aplicación de la ley para potenciar organización popular.
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